Las líneas

La línea del metro, la línea de la vida, la línea punteada, la línea de los márgenes, la línea de la salud, la línea del renglón, la línea cronológica, la línea de la meta, la línea de salida, la línea semipunteada para cortar, la línea curva, la línea recta, la línea senoidal, la línea o cola, la línea, las líneas de paralelos y meridianos, las líneas en los mapas, la línea de las carreteras,…
Todo empieza con el desbarajuste de una línea:
La línea de la vida…Salimos al aire frío y a un grito desenfrenado, y en ese momento, empieza la línea cronológica, la línea del tiempo…nuestra compañera incondicional y la más amenazadora de todas.
Una línea es una constante, que limita ó delimita. Existen todo tipo de líneas: largas, cortas, anchas, delgadas, punteadas, invisibles, las que se dicen, las que se saben, las que te inventas, las que debes dejar, las que no debes tocar, líneas que te llevan lejos, otras que te frenan, algunas que te corrigen, líneas, líneas, líneas…
Sin darnos cuenta nuestro primer contacto con la realidad son ellas. Los límites para saber si eres sano, la línea métrica que te mide al nacer, los límites de tu cuna, las líneas que describen tu nombre, la línea que no debes pasar cuando pintas, los límites en el margen, la línea para formarte a tu salón… y así, así la vida se vuelve líneas.
El día que te dan tu primera crayola, lo primero que haces es pintar líneas, y cuando te dan tu primer libro de colorear lo primero que pasa es que te sales de la línea (de lo estético) y el gran festejo es cuando te mantienes dentro de las líneas ( ¡es un artista!). Mantenerte en la línea del colegio y sus márgenes, (dos líneas y a los muy sufridos hasta cuatro); límites que te disciplinan (que yo sigo sin entender que parte de mi disciplina se construyó con unas líneas rojas en un papel). Las líneas pintan límites, que algunas veces si no las respetas o te toca, o te electrocutas, o te caes, o te atropellan, o te apachurra, o te sales del carrito de la feria… así que algunas de ellas no son macabras y se les agradece que eviten que cometas “imbeciladas” mientras pierdes el sentido común.
Nacimos con la línea del destino marcada en las palmas de las manos -al menos eso dicen-. Y con esas manos “destinozas”, tomamos el color y empezamos a salirnos de la línea, somos antiestéticos por naturaleza, amorfos e indefinidos. No nacimos ordenados ni con repisas en la cabeza. Tremendos rayones decoran al pato Donald en nuestro libro de colorear, el cual se vuelve más bien un catalogó de colores, texturas y diferentes sabores de papillas y babas, como nosotros. Tiempo después, nos llevan a la línea que nos deja en el colegio, donde a base de líneas rojas en las páginas o fuera de ellas, nos dicen que con eso implementarán todo tipo de disciplina correctiva, para que el niño se desarrolle sana y libremente (¿?) y sea un ser decente y normal, un “respetador” ejemplar de las líneas o márgenes de la vida “en general”.
Y así vamos, alineados para salir al mundo como dios manda; ciudadanos ejemplares, con la raya de lado o en medio según sea el caso: a la Alfalfa o a la George Bush o a la Trump que ni de aquí ni de allá pero de algún lado seguro . Y así caminamos por aquí y por allá. Sobre las líneas del peatón, sin pasar las líneas punteadas de los carriles, respetando los cruces o si tienes prisa, también puedes hacer uso de las líneas de metro.
Después de tantas vueltas y preparativos, llegamos a la universidad a pintar “ la línea del futuro” que será tan recta y en ascenso que, bueno ¡qué te puedo yo decir!… y terminamos la carrera con una línea que ahí la lleva; medio hecha nudos y sin dirección definida, pero todos te dicen que la ven “rectísisima”.
Entonces: aparece la línea del trabajo, del desarrollo profesional, que por tu promedio y tu escuela. Y ahí vamos bacheando la raya, respetando otras tantas y pensando que somos diferentes, nacimos amorfos y con DSL (Dificultades para Seguir Líneas, -trastorno primo hermano del de Deficit de Atención), “osease” no nos hallamos! …y nos definen líneas, plazos y límites. De ahí sigue el amor, el casamiento, los hijos… y bueno de ahí un sin numero de límites y caminos marcados… Al final, todas estas rayas, nos llevan a pintar líneas fronterizas, a limitarnos.
Nos construimos y nos recortamos, dependiendo el número de líneas que hayamos respetado, que hayamos logrado superar o que hayamos hecho creer a la gente que estamos sobre esos límites, éstos te darán, de manera inmediata, la adquisición de un nivel, para arriba o para abajo, como juego de video. Pintamos líneas por el color, por el sonido, por la cantidad, por el nombre, por los cuantos, por los cuales, por ser diferentes, por ser iguales…y por tantas unidades de medida, que ya perdimos el control y la lógica. Hemos perdido las dimensiones y las líneas de importancia, hemos dejado de ser flexibles y no aceptamos anomalías si no sólo estándares.
Se acumulan las líneas y los prejuicios, las piezas rotas de conocimientos falsos, las inseguridades de todos con ninguna congruencia, olvidamos los principios, y explotamos en ambiciones absurdas, perdimos la individualidad, nos programamos…pintamos líneas para no decir, para no sentir, para hacer creer, para proteger… nos encerramos en líneas… líneas egoístas, que se vuelven ley en todos que se traducen en líneas fronterizas, dónde al final a todos se nos pone un valor… un Sí o No.
Miremos nuestras líneas desde adentro, y sigamos las líneas que son trampolines, ignoremos las que nos asfixian y hagamos nuevas que nos identifiquen.

llunue.