Una sombra se nos ha colado entre las grietas, como goteo suave de una lluvia invisible, poco a poco se ha ido deslizando entre las palabras, las maneras, los tonos, y las intenciones… para destruirlo todo, para no dejar nada… ni escombros.
Esas ganas de anular al otro, de aniquilar su opinión y su existencia por la necesidad nuestra de sentirnos superiores, más fuertes, más sabios y más poderosos. Esa sombra pesada se ha colado en las venas, en los sonidos y en las letras, por ganas de cubrir nuestra fragilidad, nuestra inseguridad, nuestras frustraciones y odio.
Con pequeñas gotas se han llenado nuestras grietas de chapopote y sombras, las hemos dejado pasar porque se han ido haciendo nuestras. Dejando nuestra tierra seca lista para destruir lo que llegue a ella.
Sabemos que esa sombra está ahí, que el frío y el fuego que nos quema proviene de de ella, pero el miedo a confrontarla es tan fuerte e insoportable a nuestras heridas, que le hemos ayudado a cavar grandes grietas justificando nuestras lanzas de fuego, nuestras respuestas a quemarropa, nuestras ganas de curarnos a costa de otros.
La plaga más destructiva ha llegado a nuestros muros de piel; VIOLENCIA, tan sutil, tan suave y tan común que se nos desborda y no la vemos. Un incendio que crece tan lento y en silencio, que asfixia todo a su alrededor y no tienes tiempo de apagar el fuego.
Esta sombra nos carcome y nos deja ciegos, sordos, mudos, ineptos y aniquilados… y NO, no lo vemos porque nuestros modos sin empatía, sin conciencia, llenos de egoísmo y prepotencia nos conceden la verdad soberbia de nuestra existencia.
VIOLENCIA, te voy a seguir los pasos, hasta borrar tu huella, cubriré las grietas de mis palabras y las goteras de mis tonos, llenaré los rincones de luz para que por lo menos en mi no te aparezcas. Calmaré mis heridas, curaré mis venganzas, no dejaré que tu sombra siga entrañando en mis días.
Floreceré sin ti, lo prometo.
Copyright © 2024 Lunué Vivanco Muñoz