Entre más me camina la vida, me gusta más la vida pequeña, con un grupo pequeño de amigos que estén cerquita de mi corazón, con una casa pequeña que sea fácil llenar de olor a ponche o de café, llenarme de pequeñas plantas para que quepan en cada esquina de mis ojos, pequeños recuerdos para que sólo sean los que me hacen sacar pequeñas sonrisas de complicidad y que caben en todos los microsegundos de la vida, unos pequeños libros que en pocas hojas me recuerdan al pasto recién cortado, al sonido del mar y así de tan pequeñitos que me caben en cada ojo los más valiosos, un pequeño trabajo que me deje estar cerca de las pequeñas cosas que me importan y me deje tiempo para disfrutar otras más. Me gusta saberme cada vez más chiquita, haciendo más pequeñas las dosis de arrepentimiento, de juicio, de enojo, de frustración… todo más pequeño. Un corazón pequeñito del tamaño de una partícula donde ha sido escrito el universo entero, en un micro pedazo de una existencia pequeñita, como yo en mi pequeñito lapso de viaje fugaz.