Nos hemos enfermado de creer que necesitamos tanto, o casi todo, de todo, todo el tiempo. Nos hemos contagiado de una velocidad inservible de todos los procesos y momentos que pasan en la vida… y ahora estamos despertando, o viendo un poco más en el reflejo de este espejo que estamos agotados y hay algo que no anda bien.
Entonces, poco a poco hemos frenado y visitado lugares más profundos. Viendo los síntomas y buscando las causas, preguntando por medicinas, curas, consejos, terapias… pero, no nos hemos dado cuenta que ese virus de “tenerlo todo y a toda velocidad” sigue persiguiéndonos.
Entonces, tenemos ahora esta prisa absurda de curarnos ya, de curarlo todo, de acelerar los procesos y obsesionarnos con sacar “lo malo”. Calma, no nutramos este mal que ya nos ha maleducado, abracemos el tiempo, respiremos el proceso, curémonos en contra corriente, a paso firme y fuerte, pero sin esta desesperación desesperanzada por la que antes corríamos sin razón.
Nunca todo estará perfecto, la vida es un continuo movimiento en busca del equilibrio, nada es bueno o malo, sólo hay mejores opciones que nos sienten mejor… a veces, y seguirán cambiando.
Siempre va haber algo que podremos curar, mejorar, trabajar… Siempre habrá algo que podamos experimentar, probar, intentar…
pero calma no tenemos que curarlo TODO como una obsesión, ni probarlo TODO como una obligación en la vida.
Todo suavecito, poco a poquito, paso a pasito… así si construiremos en sentido opuesto.