Hacer nido dentro de nosotros, que el lugar más cálido, seguro y acogedor lleve mi nombre, use mi cuerpo y tenga la mejor voz. Dejar que las sombras también tengan espacio, pero que no me causen miedo y las sepa abrazar, encontrar ahí mismo lugares llenos de sabiduría, sabiduría porque me llevan a gozar mi nido, pero también saber pisar las espinas que me reactivan para regar más mi jardín de vida. Reconocer mis lugares torpes y desordenados, pero amarlos porque me hacen recordar que siempre habrá caos y que eso me permite estar en movimiento para crear mi belleza.
Tener una biblioteca de pensamientos que me hagan sentarme a tomar café y abrazarme con una cobija sabiendo que bajo mi techo todo esta bien, tener un paraguas para que los días de tormenta lleguen me mojen pero nunca me inunden.
Hacer un nido a mi medida, con las ramas, hojas y flores que yo quiera tener, moldearlo a mi gusto y remodelarlo las veces que necesite volver a crecer. Hacer nido, para crear, para dar a luz y a veces dar oscuridad, para soltar las alas y regresar a sentirme protegido por mi.
Un nido que me conozca en todas mis dimensiones y colores, un nido que aunque a veces tenga huecos, grietas y fallas, sepa siempre reconstruirse y cerrar los brazos.